Septiembre es un mes complicado para los autónomos. No solo toca volver a la normalidad tras las vacaciones (si es que el profesional ha podido disfrutar de unos pocos días libres), también hay que dar por finalizado el trimestre y hacer todos los trámites relativos a las autoliquidaciones de impuestos.
Con la llegada de octubre la cosa no mejora mucho, porque el último trimestre del año siempre es algo complicado aunque, por suerte, suele ser también una época de mucho trabajo.
Lo que ocurre es que en este 2021 el último trimestre se plantea especialmente complicado para todos aquellos que están de alta en el RETA, debido a la subida de costes que van a encarecer el desarrollo de la actividad.
Subida de la cuota de autónomos
Con la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) se va aplicar la subida de la cuota prevista en el Real Decreto 28/2018, que es de un 0,3%. El tipo de cotización pasa a ser del 30,6%, lo que supone una subida de entre 3 y 12 euros más al mes.
No obstante, la subida no es aplicable a aquellos que en este momento están disfrutando del beneficio de la tarifa plana.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que ya se han presentado los Presupuestos Generales del Estado para 2022 y en ellos se prevé un nuevo incremento de la cuota. La base de cotización mínima pasará a ser de 960,60 euros al mes.
Subida del salario y las cotizaciones de los empleados
Aquellos autónomos que tengan a su cargo empleados que estén percibiendo el SMI tienen que afrontar la subida del mismo, que ha pasado de 950 a 965 euros al mes. Y no solo eso, al subir el salario también sube la cantidad que el empleador debe pagarle a la Seguridad Social en concepto de cotizaciones de sus trabajadores.
Subida del IPC
El Índice de Precios al Consumo ha alcanzado en los últimos meses cifras que no se registraban desde el año 2012 y es previsible que la tendencia se mantenga durante lo que queda de este 2021.
Esto quiere decir que al autónomo le cuesta más aprovisionarse de aquellos artículos que necesita para desarrollar su trabajo. En consecuencia, tiene que enfrentarse al dilema de aumentar el precio de sus productos o servicios o mantenerlo y perder rentabilidad.
Subida del precio de la luz
El nuevo sistema de tarificación energética ha resultado ser todo un quebradero de cabeza. En unos pocos meses el precio de la luz se ha disparado casi un 200% en comparación con el mismo período del año pasado.
En algunos sectores esto puede implicar que la factura se incremente unos 1.000 euros más de lo que era habitual. La media de incremento está en torno a los 300 - 400 euros.
Además, las previsiones no son positivas y no se espera que el precio de la energía eléctrica se ajuste a la baja en los próximos meses, más bien es posible que ocurra al contrario.
Subida de los carburantes
La gran mayoría de los autónomos tienen que hacer uso a diario de un vehículo, y estos desplazamientos también se han encarecido. En los últimos meses se han registrado precios que no se veían desde 2014.
De media, llenar el depósito es ahora un 25% más caro que hace un año. Si esto ya supone un problema para todos los autónomos, lo es todavía más para aquellos que se dedican al transporte.
El desabastecimiento
A todas estas subidas de costes hay que sumarles el importante desabastecimiento que hay en el mercado a nivel mundial y que puede poner en riesgo la continuidad de la actividad de muchos profesionales.
En Estados Unidos y en Reino Unido comienzan a tener problemas con el abastecimiento de productos básicos como los de alimentación, y en España algunas empresas ya tienen problemas por la falta de madera. A ello hay que sumarle que hay una notable escasez de camioneros cuyos efectos ya se están notando.
Una vez superado lo peor de la pandemia, los autónomos van a tener que hacer frente a otra situación extremadamente difícil. Que pondrá de nuevo en valor la resiliencia de estos profesionales.