Cuando un negocio va mal y no se consigue revertir esa situación, en términos generales comienza una pesadilla para los empresarios y los autónomos que puede no tener fin. Sin embargo, en muchas ocasiones, la falta de información y de asesoramiento impide ese revertimiento tan necesario. Declararse insolvente, por ejemplo, es una forma de salir adelante de una manera legal. Una fórmula en el marco de la Ley de Segunda Oportunidad que permite salir al paso de un drama empresarial y económico.
Declararse insolvente o la solución para proteger el patrimonio
Qué duda cabe de que un desastre económico, ya sea de índole particular o empresarial, provoca una serie de consecuencias. Unas pérdidas que tienen que ver con el patrimonio presente, pero también con el futuro. Saber cómo declararse insolvente, cuándo se puede optar por esta solución y en qué términos facilita la posibilidad de proteger ese patrimonio. Puede -y de hecho lo hace-, amortiguar las consecuencias para que una ruina económica no persiga el resto de la vida.
Hay que tener claro varios aspectos que tienen mucho que ver con la manera en la que nos podemos declarar insolventes. Para empezar, es interesante saber que una persona insolvente es aquella que no puede pagar sus deudas. Aclarado qué es insolvencia o quién lo es, para acogerse a la Ley de la Segunda Oportunidad es indispensable reunir la condición de persona insolvente.
Las ventajas de la declaración de insolvencia
Aunque ser insolvente no es una situación ventajosa, declarárselo supone una serie de ventajas. Destacamos algunos aspectos positivos dentro del escenario de impagos que provoca la asfixia de quienes los padecen:
Acogerse al condicionante
Particulares, empresarios y autónomos pueden declararse insolventes, siendo esta una de las principales ventajas de la declaración de insolvencia. Serán estos los actores que podrán acogerse a esta situación y a la Ley de Segunda Oportunidad. Las empresas, por el contrario, tendrán que acogerse a otras fórmulas más complejas.
Lo que sí es cierto es que el procedimiento de insolvencia se puede iniciar de dos maneras: cuando el deudor se declara insolvente o cuando el acreedor lo declara al deudor. Son dos formas de iniciar este procedimiento que pretende hacer frente a la deuda. Una actuación que pasa primero por un intento de pago de forma asequible o eliminarla en casos extremos.
Negociación y juicio
Este procedimiento pasa por dos fases, siendo la primera la negociación. En este caso estaríamos hablando de una reducción de deuda en primera instancia. En ningún caso estaríamos ante una negociación de un plan de pagos que incrementa la deuda por los intereses.
Es importante saber que este procedimiento cuenta con una parte extrajudicial, la primera, en la que se trata de reducir la deuda y hacerla asequible. Tras este primer paso, llegaría la fase judicial en la que se pretende su eliminación en un 100 %. En este caso es cuando se demuestra la incapacidad de pago y se elimina la deuda cuando llega la declaración de la insolvencia.
Salir de las temidas lista de morosos
Una vez se han cumplido con los requisitos para declararse insolvente y se ha completado el procedimiento, se elimina la deuda. Una vez desaparecida esta, también el deudor deja de aparecer en las listas de morosos. No nos es ajeno el hecho de que estar incluidos en cualquiera de este tipo de listas limita cosas de lo más cotidianas. Incluso, el afectado puede verse incapaz de tener a su nombre algo tan habitual como una línea de teléfono.
Desaparece el acoso y el temor a los embargos
Nadie mejor que un deudor sabe la importancia de esta ventaja. Una vez que una persona debe alguna cantidad comienza a ser requerido por los acreedores -tanto públicos como privados-, para el pago de la deuda. Unas reclamaciones por un lado absolutamente entendibles, pero insoportables para quienes la padecen. No hay que obviar que, antes de que alguien pretenda declararse insolvente, se ha producido un drama económico por muchas y diversas razones.
En España, hoy en día es posible declararse insolvente. Para ello, a modo de conclusión, es indispensable demostrar que realmente no podemos pagar las deudas. Es por esto que es tan necesario contar con expertos en la materia para que el éxito esté asegurado. Hay que demostrar con evidencias que no se trata de una insolvencia irreal; de una estrategia para sortear impagos cuando realmente sí que se pueden pagar.
En Red Autónomos somos especialistas en la Ley de Segunda Oportunidad; de todas las fórmulas que existen, así como de todos los trámites para que un deudor incapaz de pagar pueda salir del drama. Para que un adeudo de hoy no hipoteque el futuro de quien se ve incapaz de pagar a sus acreedores. Declararse insolvente ante una deuda puede ser una manera de afrontar el futuro y de tener esa segunda oportunidad que todos merecemos.