Tradicionalmente la gran mayoría de las aplicaciones que se utilizaban a nivel personal, y en muchas ocasiones a nivel empresarial, se instalaban directamente en el PC de cada usuario, lo que provocaba que a medida que la complejidad de los programas usados iba en aumento, los conocimientos para su manejo debieran ser mayores y la potencia del ordenador también.
El concepto de computación en la nube (cloud computing), o simplemente la nube, consiste básicamente en el cambio de instalar esas aplicaciones en servidores remotos a los que se accede a través de Internet, liberando así a los ordenadores de aplicaciones locales, facilitando y agilizando la labor de los usuarios, y necesitando de esa forma máquinas menos potentes y con menor capacidad de almacenamiento.
Almacenamiento de archivos y aplicaciones en la nube
El concepto de nube nace en los últimos años del siglo XX, cuando grandes empresas de software y de servicios en Internet, como Google y Microsoft, ponen en funcionamiento una estructura de servidores remotos que permiten tanto el almacenamiento masivo de ficheros, como la ejecución de aplicaciones remotas a través de Internet. Así, siguiendo a las primeras aplicaciones que servían exclusivamente para almacenar archivos online, van apareciendo cada vez programas más especializados, que permiten, no solo tener los datos de la empresa en la nube, sino también gestionar la contabilidad, la facturación, la fiscalidad y la gestión laboral.
Ventajas del uso del cloud computing en las empresas
El uso de la nube reporta muchas ventajas a los usuarios particulares, pero es especialmente relevante para las empresas, ya que reduce costes en hardware, energía e instalaciones, evita problemas de actualizaciones de software (ya que estas las realiza el proveedor), y posibilita el acceso a la información y aplicaciones desde cualquier lugar. Facilita también el trabajo colaborativo, permitiendo que los usuarios puedan compartir información en tiempo real con otros usuarios, otros centros de trabajo o, muy habitualmente, con asesores externos.
El único inconveniente es quizás la dependencia del acceso a Internet, pero nuestra sociedad camina cada vez más firmemente hacia la conexión total, aumentando la velocidda de acceso, los puntos de conexión y la interactuacción en red (por ejemplo, con las sedes electrónicas de la mayoría de organismos públicos). En cualquier caso, la dependencia de internet es un precio bajo a pagar si tenemos en cuenta lo que se gana en seguridad (normalmente son expertos los que gestionan estos servicios), estabilidad (actualizaciones, back-ups, etc) y accesibilidad (tanto en la facilidad de uso, como en la multiplicación casi ilimitada de los puntos de acceso).
Tipos de nubes existentes
Nosotros distinguimos tres tipos de nube, por lo que la infraestructura elegida dependerá de las exigencias de cada usuario:
Las nubes públicas (o abiertas): son las más utilizadas por los particulares. Normalmente ofrecen servicios gratuitos básicos (alojamiento, compartir archivos, etc), pero carecen de servicios especializados.
Las nubes privadas (o intranet), suelen estar desarrolladas habitualmente dentro del entorno de la misma empresa. Facilitan el trabajo a la empresa, pero no suelen estar adaptadas al trabajo con aplicaciones externas, pues el desarrollo de estos sistemas suele resultar caro y complejo.
Las nubes híbridas, son las desarrolladas por empresas expertas para ofrecer sus servicios a empresas y usuarios. Ofrecen multitud de aplicaciones y suelen contar con buenos profesionales que aportan servicio técnico, orientación e incluso formación para obtener el mejor rendimiento de su uso. Sin duda, suele ser la mejor opción para la empresas.