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Crisis energéticas y movilizaciones

No cabe ninguna duda que la presión que el precio de las energías está insuflando a la sostenibilidad y viabilidad de multitud de autónomos y PYMEs es feroz.

Da lo mismos si se trata de un establecimiento hostelero donde la factura de la luz ha crecido exponencialmente, si se trata de un transportista al que el precio del combustible le ha crecido casi un 50%, de un ganadero al que los precios de los piensos también le crecen con rapidez y al que se le suman el precio de el resto de energías, circunstancia que también sucede a los agricultores y muchos otros autónomos y pymes.

El resultado de esta escalada imparable de la energía es que todas las actividades económicas están sufriendo de manera importante sus efectos, y lo que es peor, todo apunta a que en los próximos meses esta tensión inflacionista, provocada por los precios de los combustibles y la energía, que está reduciendo el poder adquisitivo de las familias se va a notar en la demanda que se va a ver reducida, lo que producirá otra vuelta de tuerca en las cuentas de explotación de autónomos y pymes.

Nuevamente, son las empresas y actividades de menor dimensión las que están sufriendo, y tienen perspectivas de sufrir, con mayor intensidad los efectos del impacto de una nueva crisis.

Ya sea una crisis financiera provocada por la banca y sus laxos controles, un cisne negro como la pandemia del COVID o los efectos de la escalada de precios de las energías, lo cierto y verdad que a muchas pequeñas empresas y autónomos se les está poniendo contra las cuerdas.

Es en estos momentos donde afloran las ineficacias del pasado. La ineficacia de no contar con un sólido sistema de aprovisionamiento energético, que si bien es dependiente inexcusablemente en lo que respecta a petróleo y gas, no tienen por qué serlo en lo que respecta a la generación de luz, menos aún en un país donde contamos con la posibilidad de aprovechar en un mayor  grado las energías renovables, circunstancia muy complicada de ejecutar si las grandes empresas y lobbies del sector imponen impuestos al sol, por ejemplo.

Si algo ha quedado demostrado en los más de 20 años de siglo XXI es que ni los distintos gobiernos, ni las entidades representativas de estos sectores han sabido encontrar respuestas y alternativas, y que una crisis tras otra las empresas de menor dimensión y autónomos hemos ido sufriendo con dureza sus efectos.

Ante esta situación hoy observamos un gran malestar e incertidumbre, así como una crisis de representatividad donde observamos que se manifiestan en las calles sectores y empresas que no cuentan con representantes en las mesas de negociación con los diferentes gobiernos, lo que plantea un reto para resolver los sucesivos conflictos que se vienen produciendo.

Nada más lejos de mi intención que restar valor e importancia al papel que unas u otras entidades pueden y deben jugar en el dialogo social con las administraciones públicas, ahora bien es de justicia expresar la certeza de que algunas de esas instituciones no pueden representar en modo alguno a un colectivo de trabajadores autónomos, menos aún cuando ni siquiera van a sufrir los efectos de esa representación, ya que cualquier decisión que tomen no sólo no les va afectar lo más mínimo en lo personal, sino que tampoco va a tener efecto alguno en su responsabilidad si su decisión ha sido errada.

Lamentablemente, la atomización de estos colectivos, su dispersión, el bajo nivel de asociacionismo (que también produce efectos negativos en lo que respecta al peso de intermediarios) y el bajo interés que desde hace décadas han tenido tanto gobiernos autonómicos como nacionales por vertebrar estos colectivos ante el miedo de que se volvieran en su contra, prefiriendo mantener el status quo de ciertas organizaciones han devenido en el maremagnum actual en el que va a ser complejo encontrar soluciones a menos que estas vengan desde el exterior y su impacto sea sensible para autónomos, empresas y el conjunto de la sociedad.

Espero que esta coyuntura mejore con rapidez, por el bien propio, por la propia vida de aquellos que están sufriendo una guerra en Europa y por el bienestar para todos, pues de lo contrario vamos a tener unos meses que van a dejar a muchos por el camino y cuyos efectos podremos sentir durante años.

Espero también que todos hayamos aprendido la lección,  aunque lo dudo, tanto para promover y tejer una Política De Estado conjunta (transversal entre partidos políticos e integradora de gobiernos regionales y nacional) en lo que respecta a la energía y combustibles,  como para atender a la necesidad de contar con representantes verdaderos para ciertos  colectivos y no con grandes siglas que no representan la realidad de estos colectivos, responsabilidad ésta tanto de las administraciones como de los propios afectados.