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Quijotismo contagioso

Según la RAE el quijotismo es la exageración del sentimiento caballeroso mientras que sancho-pancismo es la tendencia de los que acomodan su comportamiento a lo mas conveniente para su provecho. Es decir, Don Quijote era un idealista mientras de Sancho Panza era el hombre del pueblo, práctico, interesado y egoísta.

Analizando la situación energética y productiva global en nuestro planeta tengo la sensación de que Cervantes está mas presente que nunca en nuestra sociedad.

El conocido como mundo occidental, que nació tras la Segunda Guerra mundial y que permitió la creación de la sociedad del bienestar, la sociedad de los derechos civiles, sociales y laborales, está en peligro de extinción.

Antes de seguir debo dejar claro que no soy negacionista del cambio climático, necio sería si no valorase la limitación de recursos naturales de nuestro planeta o el frágil equilibrio climático que caracteriza a nuestra querida Tierra.

Pero también sería un necio si no reconociese que la solución a los problemas globales pasa por medidas globales. Creo que nadie se plantea la posibilidad de tratar con éxito un politraumatismo con una simple aspirina y, sin embargo, es la sensación que tengo cuando escucho a nuestros “líderes morales” hablando sobre las medidas inmediatas y necesarias para paliar la situación del cambio climático.

Somos todos testigos de cómo en Europa nos rasgamos las vestiduras en pro de la transición energética, como invertimos miles de millones de euros en incrementar nuestros costes de producción energética y como se manipula la información a los consumidores dando visibilidad, en exclusiva, a la limpieza del uso de la electricidad mientras obviamos los residuos y la contaminación derivados de esa producción eléctrica.

Mientras en Europa salvamos el planeta de los efectos de la contaminación atmosférica nos dedicamos a comprar productos baratos a China, los compramos o deslocalizamos la producción hacia estos países. Mientras nosotros limitamos la emisión de gases contaminantes y multamos a quien se excede, hacemos mas rico y nos hacemos mas dependientes del país responsable del 30,3% de las emisiones globales. Un tercio de la contaminación mundial la realiza un solo país, pero quien debe poner límite a sus emisiones somos los europeos, curioso.

Esto es a día de hoy pero, mientras tanto, estos días hemos desayunado con la noticia de que China ha iniciado la construcción de 150, si como suena, 150 nuevas centrales nucleares que deben garantizar una respuesta adecuada al incremento de demanda de energía eléctrica para, como poco, el próximo siglo.

En paralelo en España estamos cerrando viejas centrales nucleares y no tenemos en el horizonte la construcción de nuevas. Supongo que nos vale con comprar electricidad a Francia, generada en centrales nucleares, perpetuando nuestra dependencia pero manteniéndonos como los quijotes verdes de las renovables. 

Parece que no hemos aprendido de nuestros errores del siglo pasado y que nos veremos abocados a repetir las soluciones. De igual forma que estamos siendo testigos de la vuelta de las estufas tradicionales a nuestros hogares, si seguimos por este camino, en breve, volveremos a ver circular automóviles de gasógeno.

Supongo que, parte del problema, es poner nuestra ética y nuestra responsabilidad planetaria en manos de una niña de 18 años y no en base al conocimiento y experiencia de los profesionales del sector.

Sigamos manteniendo nuestro quijotismo climático, sigamos contagiando nuestro quijotismo a nuestros socios europeos mientras enriquecemos y potenciamos a China y, en paralelo, nos mantenemos en esta senda lenta pero inexorable de empobrecimiento social.

Diseñemos nuestro futuro, el de todos, pero sin olvidar las consecuencias. Si no actuamos ahora nos encaminamos hacia el modelo productivo y de derechos sociales, civiles y laborales de China. Para algunos es progresismo, no lo olvidemos.