Respecto del Estado, las ayudas llegarán tarde para 300.000 autónomos, y es más, ha habido dos subidas correlativas de las cuotas mensuales en los últimos meses, lo que poco ayuda al ya maltrecho estado económico de los autónomos.
Sin duda se agrava una situación, que pese a la publicidad que se ha pretendido dar por parte de las instituciones, todos los autónomos conocen: llevamos años siendo la hermana fea en prestaciones, ayudas, derechos y beneficios profesionales; incluso laborales. Cada paso que se avanza, parece que damos dos pasos hacia atrás.
Comparativa del estado del autónomo en Europa
Las cifras en España son lastimosas, a consecuencia de la caída terrorífica a causa de la pandemia, y también de las ya de por sí difíciles condiciones del ejercicio de la profesión por parte de los autónomos.
Las cifras son trágicas: 300.000 negocios prevén cerrar a lo largo del año, 70.000 millones de pérdidas globales; un millón de autónomos tiene pérdidas superiores a 30.000 euros; más de la mitad prevén que su actividad volverá a caer este año y casi un 40% no dispone de liquidez.
Se anuncian ayudas que no se concretan y las que ya se acordaron, no llegan. En Europa no están en mejor situación en cuanto a la falta de facturación y liquidez, pero sin embargo, el tratamiento profesional y social siempre ha sido diferente en otros países de la Unión.
En España, habrá que esperar para saber si se concederán para los que estén en ERTE o en cese de actividad o se hará para los que hayan solicitado créditos ICO. Eso sería un agravio comparativo y una discriminación, porque el 75% de los créditos que tienen autónomos no son ICO.
Especialmente, pesa la necesidad de financiación, y por eso las ayudas y el apoyo estatal sigue siendo vital; ya que un 40% se encuentran en ERTE, y eso, los que tienen trabajadores a su cargo.
Sin embargo, el presidente del Consejo de Colegios de Gestores Administrativos de España, Fernando Santiago, cree que los créditos ICO han sido un fracaso porque los bancos los han utilizado en su propio beneficio y el de sus clientes preferentes.
En la Unión Europea hay prácticamente 33 millones de autónomos. España representa un 10% del total; y por poner un ejemplo, en Italia suponen 4.944.800, en España 3.014.300, en Polonia 2.926.000; en Francia 3.196.700, en Reino Unido 4.881.100 y en Alemania 3.882.200 según Eurostat.
Según un estudio publicado por la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (FEDEA), los autónomos y las pymes españoles han recibido el porcentaje de ayudas más bajo del continente en esta crisis.
A pesar de que España lanzó una línea de avales por importe máximo de 100.000 millones de euros para la cobertura de la financiación otorgada por entidades financieras a este colectivo, equivalente al 8% de su PIB, el porcentaje dedicado a ayudas directas es tan solo del 0,3%.
Unas cifras que distan mucho de las registradas en Alemania, donde alcanzan el 1,9% o en Dinamarca, donde suponen el 1,6%. Un escalón por debajo se sitúan Francia (1%) y Holanda (0,7%). El país más próximo a España es Bélgica, con un 0,4% del PIB, si bien apenas cuenta con 642.000 autónomos.
En Italia, el país con mayor número de profesionales por cuenta propia, la situación es similar a la española, destinó el 0,6% del PIB a ayudar al colectivo.
Las diferencias en cuanto a la implementación de estas ayudas son también otro trazo distintivo. En Alemania se determinó una línea específica de 40.000 millones a autónomos y pequeños negocios de hasta 10 empleados, y el Gobierno ofreció “liquidez ilimitada” que dotó de 550.000 millones.
Francia entregó 330.000 millones, asumió el pago de los créditos bancarios de las empresas, y decretó desde un primer momento la suspensión generalizada del pago de impuestos y cotizaciones sociales, las facturas de agua, luz y gas, y de los alquileres.
Parece que en España los autónomos en realidad no importan mucho, pese a ser los que mueven en realidad la economía. Y no queremos dejar pasar la oportunidad de hacer la comparativa social, que Gobierno tras Gobierno, siguen siendo la tónica general y deja a los autónomos a la cola de los derechos de cualquier trabajador, porque se da por sentado desde siempre que un autónomo es un empresario, pero un empresario ¿cómo?.
Muchos se quedaron sin trabajo en la crisis anterior y se lanzaron a ser autónomos, ahorrando nuevamente dinero a la seguridad social, y no son más que profesionales o pequeños empresarios que en su día lograron crear algún puesto de trabajo que ya no existe.
Los autónomos no son empresas como el Estado entiende y no pueden ser tratados como tales. Comencemos con la comparativa en cuanto a derechos sociales y beneficios profesionales; sin entrar en lo que debiera haber sido sino en lo que es.
Por ejemplo los autónomos en Gran Bretaña, figura conocida como Self Employed, han de darse de alta en el HM Revenue & Customs (Agencia Tributaria británica) y existen tres tipos de cotización dependiendo de los ingresos obtenidos.
En Francia el autónomo no paga ninguna cuota el primer año. A partir del segundo año se paga en función de los ingresos, con una cotización que va desde el 12% hasta el 21,3% en base al tipo de actividad que se ejerza.
En Alemania los autónomos alemanes afrontan una cuota de 140 euros, más un seguro médico obligatorio que se cifra en torno a 200 euros. Es decir, unos 340 euros mensuales desde el alta.
Sin embargo, el trabajador por cuenta propia que obtiene menos de 1.700 euros al mes está exento de abonar la cuota de 140 euros, aunque sí tendrá que contratar el citado seguro médico.
Otra prerrogativa para los alemanes: los menores de 30 años que no facturen más de 17.500 euros anuales no pagan IVA. Este impuesto se paga mensualmente.
Es cierto que en España nuestro país ha avanzado notablemente durante los últimos años en la regulación del trabajo autónomo en cuanto a la promoción del alta en autónomo desde 2017, pero en el resto de derechos seguimos a la cola de Europa.
En cuanto a la conciliación familiar, la ley también incluye que durante un periodo de baja por maternidad, paternidad o adopción no se abone la cuota de autónomo y la exención del 100% de la cuota de autónomos durante un año para el cuidado de menores de 12 años o dependientes.
Sin embargo, respecto de la asistencia sanitaria, los autónomos españoles gozan de la misma cobertura sanitaria que los asalariados: universal, gratuita y sin copagos. En algunos países de la UE existen copagos (caso de Croacia) o el reembolso de los gastos sanitarios a posteriori (Francia, Alemania, Bélgica).
Respecto de la jubilación, las pensiones de los autónomos españoles son sensiblemente menores a las de los asalariados. Esto ocurre por la elección de bases mínimas, aunque las condiciones son iguales a las de los trabajadores del régimen general.
En Francia, Noruega, Finlandia o Suecia conviven una prestación mínima universal y una complementaria en función a los ingresos por cotización. En Reino Unido, por ejemplo, los autónomos sólo tienen derecho a la pensión básica.
Respecto del desempleo en Reino Unido, Alemania o Francia no existe esta prestación para los autónomos que, no obstante, pueden acceder a una prestación no contributiva (menor a la de desempleo).
En Portugal, Finlandia o Suecia es obligatoria; mientras que en España, Dinamarca o Irlanda es voluntaria, aunque los periodos de cotización exigibles son mayores que los de los asalariados.
En cuestión de maternidad y paternidad, la ley española otorga a las futuras madres autónomas un permiso de 16 semanas que, en el caso de los padres, se equiparará progresivamente en tres años.
Alemania, por su parte, no dispensa prestación por maternidad. Por lo general, es una prestación de cobertura obligatoria, aunque a veces se restringe solamente a la maternidad en algunos países.
En incapacidad permanente existe una cobertura similar en España a la de la mayoría de los países de la UE. Se cubren con carácter universal por condición de residente y no de cotizante, de forma íntegra en el caso de Dinamarca u Holanda y de forma parcial en Reino Unido.
El punto caliente: el autónomo europeo frente al asalariado ya que el autónomo no goza en Europa de los mismos niveles de protección social que el trabajador por cuenta ajena. Los autónomos reciben "prestaciones sensiblemente menores, por menos tiempo o bajo condiciones más estrictas" que las que corresponden a los asalariados.
"Es bien conocido también que las diferencias en materia de protección social entre ambos tipos de trabajadores son relevantes, en general, en detrimento de los trabajadores autónomos. Tanto en lo que se refiere a (...) los derechos sociales que acumulan durante su trayectoria como autónomos, como en el acceso a los diferentes esquemas de garantía social", añade el informe de ATA.
Por ello, parece claro que, aunque cada país ejerce su autonomía en cuanto a legislación laboral, hay ciertos problemas comunes, entre ellos la desprotección social y el agravio comparativo con respecto a los asalariados, entre los autónomos de los distintos países europeos.