La mayoría de las acciones productivas, industriales y de construcción tienen un impacto directo en el medio ambiente y, dado que la sostenibilidad es un objetivo a conseguir a nivel europeo, no es extraño que cada vez se exijan requisitos más estrictos a las empresas a la hora de minimizar su huella ambiental y su impacto en el entorno.
Por impacto ambiental se entiende cualquier cambio adverso o incluso beneficioso que un proyecto pueda causar en el entorno. Al ser un tema de gran trascendencia, se ha creado un instrumento concreto para medirlo, la evaluación de impacto ambiental o EIA.
¿Qué es la evaluación de impacto ambiental?
Es un procedimiento de carácter técnico-administrativo que identifica y analiza el impacto ambiental que un determinado proyecto tendrá en el entorno si llega a ser ejecutado. Su objetivo es decidir si se concede o no permiso administrativo para que ese proyecto se lleve a cabo.
Dentro de este proceso se distinguen tres fases:
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Elaboración del Estudio de Impacto Ambiental por parte del promotor del proyecto.
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Evaluación del Estudio por parte de la Administración.
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Declaración de Impacto Ambiental, documento que pone fin al proceso administrativo y determina si el proyecto se puede llevar o no a cabo y, en caso de ser una resolución positiva, las medidas que deben adoptarse para evitar en lo posible los efectos adversos sobre el medio ambiente.
¿Qué proyectos quedan sujetos a evaluación ambiental?
La Ley 21/2013, de 9 de diciembre, de Evaluación Ambiental, regula este tema de forma detallada. Pero en líneas generales se puede afirmar que requerirán de una evaluación todos aquellos programas, proyectos y planes relacionados con:
- Agricultura.
- Pesca.
- Ganadería.
- Silvicultura.
- Acuicultura.
- Energía.
- Minería.
- Transporte.
- Industria.
- Gestión de recursos hídricos.
- Gestión de residuos.
- Ocupación del dominio público marítimo terrestre.
- Ordenación del territorio urbano y rural.
- Utilización del medio marino.
- Turismo.
- Telecomunicaciones.
Realización del Estudio de Impacto Ambiental
El Estudio de Impacto Ambiental debe ser realizado a instancia del promotor del proyecto, pero siempre por técnicos especializados, y suele hacer falta un equipo multidisciplinar que sea capaz de valorar los diferentes impactos que puede tener una actividad.
No todos los proyectos tienen el mismo nivel de impacto, por lo que el estudio no es siempre igual. Existen diferentes instrumentos de evaluación del impacto ambiental:
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Estudio de impacto ambiental preliminar: si el impacto no es muy grande, el análisis se puede sustituir por información bibliográfica que haga referencia a proyectos similares.
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Estudio de impacto ambiental parcial: si no todo el proyecto afecta al medio ambiente, se hará un estudio solo en referencia a aquellas obras o actividades que sí puedan tener un cierto impacto.
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Estudio de línea de base o diagnóstico socio-ambiental: se conoce también como inventario del medio, y hace un análisis extenso de las condiciones en las que se encuentra el medio antes de la puesta en marcha del proyecto.
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Estudio de impacto ambiental detallado: se realiza cuando un proyecto puede tener un impacto negativo cuantitativo o cualitativo sobre el medio, lo que hace necesario tomar medidas preventivas.
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Evaluación ambiental estratégica: es un análisis de los impactos negativos que permite establecer condiciones preventivas que deben incorporarse a las acciones específicas previstas en el estudio de impacto ambiental.
Contenido del estudio
La primera parte es una descripción general del proyecto en la que se tratan cuestiones como el objeto del mismo, la localización de la actividad, análisis en detalle de las acciones que son inherentes a la actividad, materiales y recursos que se van a utilizar y tipos y cantidades de residuos que se van a generar.
La segunda parte está dedicada a las alternativa estudiadas por el promotor, justificando por qué se ha escogido finalmente la opción sobre la que versa el proyecto.
La tercera parte es un inventario ambiental que especificará cuestiones relacionadas con el estado del lugar en el que se quiere llevar a cabo el proyecto. Esto implica analizar cuestiones como la geodiversidad, la biodiversidad, la flora, aspectos relativos a la salud humana, cambio climático, presencia de bienes de patrimonio cultural, etc.
En la cuarta parte se hace una evaluación, valoración y cuantificación (si es posible) de los efectos directos o indirectos sobre el medio ambiente que tendrán las actividades que se prevén llevar a cabo. Se indicará si dichos efectos son positivos o negativos, temporales o permanentes, simples y acumulativos o sinérgicos, recuperables o irrecuperables, reversibles o irreversibles, periódicos o irregulares, continuos o discontinuos.
En el caso concreto de que el proyecto pueda afectar de forma directa o indirecta a espacios de la Red Natura 2000, debe haber un apartado en el estudio destinado específicamente a especificar las repercusiones en estas áreas.
El siguiente paso es establecer medidas preventivas y correctoras que se van a adoptar para disminuir el impacto ambiental, reseñando también el programa de vigilancia y seguimiento ambiental que se va a implantar para garantizar que se cumple con dichas medidas.
El estudio acaba con un resumen de todo su contenido y las pertinentes conclusiones que avalan la viabilidad del proyecto.